jueves, 29 de noviembre de 2007

Seisdelunodeldosmilsiete

No había dormido en toda la noche porque me había desvelado conociendo al amor de mi vida.
Llegue a lo de Ari (mi mejor amigo) con ganas de contarle lo feliz que era, después de lo infeliz que había sido; él estaba medio dormido, porque era temprano y no suele madrugar. Lo abrace y le conté todo, saque la cámara de fotos y le mostré a mi nuevo amor.
Después de un rato, yo seguía mirando las fotos una y otra vez él se puso a preparar sus cosas, después de dar mil vueltas, y agarrar, todo lo que un hipocondríaco puede llevar en su mochila. Nos íbamos de viaje a San Pedro, a pasar un fin de semana solo de amigos, le dije que teníamos que pasar por casa a buscar mi bolso; obviamente se quejo y me dijo con vos gruesa: Camilaaaaaaa!.
Me invito a desayunar, tomamos un café con leche con medialunas. La mañana era perfecta, aire fresco y sol. Las cosas que mas recuerdo de ese desayuno es que yo no podía dejar de sonreír, y Ari sacaba fotos, hacia sociales con unos perritos y fumaba sus Marlboro.
Fuimos a buscar el auto al estacionamiento, y partimos a mi casa. Cuando llegamos, me estaba esperando mi perra con ganas de hacer pis, le pedí a Ari que me esperara y baje al jardín, encontré una piña seca con un clavel del aire pegado y la guarde. Cuando subí, se la regale.

Emprendimos el viaje, mas tarde de lo que habíamos planeado, pero el tiempo no importaba, bajamos las ventanillas y pusimos las cámaras de fotos a mano, para estar preparados ante cualquier imagen.
Paramos en una farmacia a comprar algo que Ari no tenia en su mochila-botiquín; yo me quede en el auto escuchando música y preguntándome porque tardaba tanto.
Agarramos panamericana un par de kilómetros e hicimos un parate en una estación de servicio a comprar galletitas, jugo y cigarrillos para el viaje. Teníamos los anteojos puestos, el sol brillaba mucho y el pelo se nos volaba con el viento que entraba por la ventana.
Estábamos felices hablando por momentos y por momentos callados escuchando la música y disfrutando de todo lo que pasaba en nuestro interior y exterior.
Tomamos un camino equivocado, por un momento hasta nos perdimos, pero no nos importo porque nadie nos estaba esperando. Ari tiro el auto a la banquina y dio marcha atrás, saco la cabeza por la ventana y le pregunto a un señor si podíamos sacarle fotos, este dijo que si y nos bajamos; Era un hombre mayor con cara de cansado de tanto trabajar, manos ajadas, mirada perdida y profunda, sentado en un banco rojo, con un perro echado a su lado, sacamos algunas fotos (el perro no salio en ninguna). Dijimos gracias, nos subimos al auto y seguimos viaje hablando de lo increíble que era ese hombre.
Seguimos por la ruta escuchando los Beatles a todo volumen, cantando y golpeando partes del auto a modo de tamborcito.

Después de un par de horas de viaje llegamos a San Pedro, eran las tres de la tarde aproximadamente. A nuestra derecha vimos un campo lleno de naranjas y quisimos meternos para verlo de mas cerca, en ese momento vimos que se acercaba un señor con perros y una escopeta, nos pusimos paranoicos porque al parecer nos habíamos metido en un lugar privado y un hombre con una escopeta no es muy amigable, Ari saco la cabeza por la ventana y le dijo un par de cosas tratando de hacerse el perdido para que el hombre notara que no queríamos nada raro. Nos fuimos riéndonos del susto que nos habíamos pegado.
Recorrimos un poco el pueblo, sacamos algunas fotos y fuimos a comer, Ari comió una pizza y yo no me acuerdo que, pero sé que seguramente él comió de mi plato como suele hacer.
Buscamos un hotel y encontramos la última habitación que quedaba de casualidad, que casi la perdemos porque yo no quería bajar del auto. El hotel parecía viejo, los pasillos estaban decorados como en las películas de Olmedo y Porcel. Nuestra habitación tenía una cama matrimonial y una de una plaza, obviamente Ari se agarro la grande y me dejo a mí en la pequeña. Tenía aire acondicionado y una tele chiquita. Daba a la calle.

Fuimos a sacar fotos, recorrimos el pueblo y nos reímos mucho. A la noche nos agarraron ganas de salir a conocer la noche de San Pedro. Nos sorprendimos cuando nos enteramos que ahí no se pagaba entrada en los boliches y uno puede entrar y salir cuantas veces quiera, fuimos a uno que parecía el más grande, tomamos unos tequilas y nos reímos de lo viejos que parecíamos entre tantos adolescentes. La música era muy mala, y todo parecía una fiesta de egresados. Nos fuimos a la otra pista donde no había nadie, éramos nosotros dos bailando música electrónica vieja, como si estuviéramos en la mejor fiesta. Los chicos pasaban y nos miraban, seguramente preguntándose quienes eran estos dos payasos, bailando súper concentrados; éramos nosotros, felices y sintiéndonos libres y desprejuiciados. Cuando nos dimos cuenta la pista se había llenado, según parecía con los limados del pueblo; ahí fue que conocimos a un grupete de adolescentes, una mezcla de darks y seudo clubbers, entre ellos estaba Sebastián un chico sanpedrino que estudiaba en capital, pero pasaba algunos fines de semana en su pueblo, muy simpático. Después de un rato de hablar nos pasamos los teléfonos y los mails. Habíamos pegado buena onda, él y su grupete nos llevaron a recorrer los otros boliches de San pedro.
Sebastián nos contó que era gay, al igual que otro chico del grupo. Hablo un poco de su vida y cuando Ari se alejo unos metros de nosotros, me pregunto si Ari también era homosexual, riéndome le dije que no y le pregunte porque lo decía, a esto Sebastián me confeso que le gustaba Ari, y quería saber que onda, después de aclararle la situación entendió y no pregunto mas nada, solo me recordaba cada tanto lo mucho que Ari le gustaba.
Después de bailar toda la noche, tomar y conocer personajes, salimos del boliche, ya estaba amaneciendo, nos despedimos del grupete y nos fuimos al mirador a ver el amanecer.
Recuerdo pocos amaneceres tan hermosos, estábamos callados sumergidos en nuestros propios pensamientos, todo parecía perfecto, los colores del cielo, el viento, el olor, el río y los barcos a lo lejos. Yo fui feliz, tenía todo, la belleza del mundo ante mis ojos, un amor esperando que vuelva y a mi mejor amigo conmigo.

Volvimos al hotel dormimos un par de horas y regresamos a Capital con los Beatles de fondo. Dejando atrás un recuerdo hermoso.

1 comentario:

CorteX dijo...

Lo unico que hice esos dias fue pensar en vos. Y extrañarte, y recordar esa noche perfecta... ^_^
Me hace muy feliz que vuelvas a escribir amore.
Y mas sobre esos dias tan especiales.

Hay que festejar!

Te amo con toda mi alma!!!

TiN