viernes, 15 de septiembre de 2006

Viaje en bosque

En un instante el bosque se volvió una tumba sin salida. La luna se había escondido entre los árboles. Di un paso adelante y ya no pude moverme; algo me había agarrado las piernas. Los sonidos dejaron de parecer los de un bosque común y corriente para tornarse en una bola de gritos y corridas. Yo no veía nada, o quizás no quería ver lo que en realidad estaba pasando. Estaba paralizada, la sangre se me había congelado y de alguna manera y sin pensarlo di con la fuerza que me quedaba di un salto con los pies juntos y escape, sabiendo que de todas maneras aun no estaba a salvo o que quizás jamás volvería estarlo. De repente ya no escuche nada. Extendí mis brazos hacia el frente y comencé a caminar con pasos cortos y tanteando lo que tenia delante. Hacia mucho frio, aunque sentía fuego en algunas partes de mi cuerpo. No quería gritar para pedir ayuda por que temia que alguien o algo se acercara y no precisamente para ayudarme, no sabia que hacer, hasta me asustaba el ruido de mis propios pasos. No se cruzaba por mi mente ni un pensamiento positivo; no tenía ni una gota de esperanza. Podía sentir miradas sobre mis hombros. Solo quería salir de allí. Apreté mis puños preparándome para defenderme de algo, pero no sabia de que. Camine por unos minutos teniendo la sensación de estar siempre en el mismo lugar; como si diera mis pasos sobre una cinta de ejercicios. Estaba empezando a no sentir las piernas; a caminar por inercia, seguía sin esperanzas de salir del bosque. Cuando de pronto algo me golpeo desde atrás y paso por al lado mío. Trate de ver que había sido y antes de poder darme cuenta, se prendió ante mí una luz y se apago rápidamente, definitivamente no estaba sola, la luz se volvió a prender y esta vez lo vi todo. Había un hombre colgado de un árbol, pálido y con ropa extraña, la luz se volvió a apagar y sin darme tiempo para correr despavorida se prendió otra vez, solo que en otro árbol, y allí estaba ese hombre otra vez; era joven y morocho, con ojos grandes y mirada penetrante. Ya no estaba colgado; estaba puesto como si lo hubieran crucificado; sus piernas juntas y sus brazos extendidos hacia los costados. La luz se apago y sin dudarlo ni un instante Salí corriendo, me tropecé con una rama y rodé cuanta abajo por una depresión del bosque. Solo sé que luego abrí los ojos y alcance a ver de manera borrosa cinco figuras esbeltas con luces en las manos, que bailaban y saltaban a mi alrededor, mis ojos se volvieron a cerrar y cuando los volví a abrir me di cuenta que me encontraba sentada en una larga mesa junto a mis amigos, sin saber como había llegado hasta ahí.

1 comentario:

María •• dijo...

jajajaja te acordas de esa caminata en el bosque??
Que bueno que estuvieron esos dias. Qué elemento!
Che nena, yo tambien te extraño. Y como los extraño tanto, no me queda otra que sacar fotos. :)
Igual en un mes volveré y seré distracciones.
Te mando un beso granchi. Cuidate.
Mereia